Es tanto el saber que a veces me entrego a los mil sortilegios de un alma que ya no era clara. ¿Quién eres? Me dirás entre poesías, quizás, entre promesas nunca hechas y entre voces que martirizan. Te conozco demasiado, lo sabes. ¿Quién eres? Tal vez jamás lo supe, y sin embargo vi tus ojos, vi tu alma derrumbarse en los estrépitos de tu insomnio minimal. No me corroes. Ya no me corroes.
Ten piedad de mi memoria si es que acaso alguna vez me recordaste, pues bien dices que lo haces. Ya no hay espacio para misterios. Te conozco demasiado. Ya no me corroes. No sé quién eres, pero ya no lo haces. ¿Y qué si lo hicieras? Pues ten por seguro que por vez primera verás en mis manos que eran susceptibles a tus subterfugios, tocar el aire que nos envuelve en primaveras con indiferencia. Lo sé, lo recuerdas, recuerdas mis ojos mirándote directo al alma, como recuerdas las partículas de aroma de mi llanto. Sé que lloré en vano.
Añade ahora a cada herida un fragmento de palabra nunca dicha, una pizca de verdades omitidas. ¿Quién eres? Por vez quinta, vez tercera, vez primera te interrogo y tú sólo sabes repetir esa canción desafinada que cantaste amaneciendo ante los púlpitos dispares de mis ojos que borraban el pasado y escribían el presente en el ayer, cuando ya había pasado, tal como lo hizo la tormenta.
He aquí la pila de escombros de lo que alguna vez quiso llamarse un abrazo y terminó siendo penumbra. Ya no me corroes, pues no sé quién eres. Debería, tal vez, preguntártelo. Quizás ayudaría saber quién soy yo, para poder preguntarte en segunda persona, pues no hay segunda sin primera, y no serás el primero en caer, pues no fuiste el primero en morir joven, como mi alma.
Si, mis párpados caen ya en esta noche sin insomnio, y no es para soñarte. ¿Quién eres? Debí haber sabido que tu alma no eras tú, que tus ojos no reflejaban los misterios sino el espejo del destino del que ya no soy juguete. Como tú, que eras destino del que supe ser juguete.
¿Quién eres? ¿Acaso importa? Pues eres tú... aquel que ya no me corroe. Ya no eres mi destino. Ya no soy tu juguete.