jueves, 25 de septiembre de 2014

Coleccionista




Nunca deseo despertar en la mañana.
Hace que me atormente con cada rayo de sol.
Lo temprano me recuerda a las palabras nunca dichas,
a las eternas despedidas
o a las que nunca tuvieron lugar.
No me agradan los inconclusos; prefiero nunca empezar.
Prefiero el sol de la tarde, ese que se esconde,
ese sol con un final.

Sin embargo, la mañana de la noche en que te vi 
fue tan distinta.
Entendí que podía tapar el sol con mis manos
y así no tendría aún que despertar.
Fue allí que comprendí que el sol cabía en una palma. 
Fue ahí que comencé a coleccionar.

Empecé por llevarme la luna.
La necesitaba para iluminar esa oscuridad 
que no cabía ni en un mundo, y que no obstante 
llevaba conmigo a todas partes.
Luego me llevé la lluvia, para aliviarme al compararla con mi llanto.
Me llevé miles de ocasos que me hicieran comprender
que todos los finales traen principios
como los amaneceres que también me llevé.

Comprendí que todo era portátil.
Que cargaba tantos soles como tempestades.
Que cargaba las nubes de las formas más variadas,
que formaban tus silencios y mis necedades.

Me llevé entonces tus silencios, y los sequé 
al sol que también me había llevado.
Así también se secó mi llanto
y tuve que hacer llover para traer un arcoiris
que también me llevé.

Desde entonces a veces sonrío, a veces lloro.
Tengo el sol, tengo la lluvia entre mis manos.
Con las nubes que me seguían, ahora formo algunos sueños
que coloreo luego con algún arcoiris espontáneo.
Y si acaso me recordaras alguna tormenta de antaño
sepa este viento que cargo llevarte lejos.


viernes, 19 de septiembre de 2014

Soy tarde




Me hacen eco las respuestas 
que guardaste en un cajón 
lleno de arañas muertas.

No sé si quiero que sepas
cómo mis huesos van quebrándose
como se quiebran mis palabras cuando no puedo
comprender esa expresión cada vez más siniestra.
Parecieras sólo tener una ceja.

No es todo tuyo el pedestal que te enaltece, 
es conceptual.
Y siempre ha sido difícil derribarte los conceptos.
Te has construído un nombre entre triviales miserias
para martirizarte como antes
frente a mi mártir espectro.

¿Qué si venís? ¿Qué si te vas?
Siempre te encuentro a la hora señalada.
Aunque a veces pienso que sería conveniente
conocer quién la señala
así tal vez pueda marcarme certidumbres
y no sólo respuestas, excusas
y algún destino impertinente
que me olvidé de descifrar cuando era tiempo
cuando todo alrededor no eran mis muertes.

Consecutivas, tal vez, las despedidas.
Quién sabe si alguna vez nos volveremos a encontrar.
Quizás cargue esta eternidad de un instante entre mis manos
y me siga carcomiendo la costumbre de aparentar.

Ya no sé ni qué hora es, pero el tiempo no me alcanza.
Soy la que siempre siempre llega tarde;
necesito un rato más.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Basta


Basta de estar, de complicar
basta de señalar. 
Basta de marcar mi rumbo con tu sonrisa
y de abrir puertas que nunca dan
a ningún lugar.

Basta de hacer eco de esas ausencias programadas.
De ir, de venir, y nunca encontrar lo que buscabas.

Basta de callar ante mí.
Basta de dejarme orbitarte.
No quiero ser el satélite 
en este contínuo frenesí.

Basta de estar siempre de pie y de sentarte en esos umbrales
por los que nunca jamás pasará ningún cadáver.

Basta de esto, basta de aquello.
Basta de hablar.
No me pidas que sea lo que no soy.

Basta algo y basta de todo.
Basta de vos. 

martes, 16 de septiembre de 2014

Me vas a desarmar




Me vas a desarmar aunque tome mil recaudos
y camine por tu espalda mientras flotas.
Me vas a enajenar de las maneras más absurdas
y lo voy a disfrutar.

Te voy a reprochar cada segundo que me hiervas
la sangre y me congeles las palabras silenciosas. 
Te voy a desgarrar el rostro etéreo que se queda
como imagen residual en mis pupilas
y luego te pediré que no te vayas por ahora
mientras cierro la puerta de mi alma con dos llaves.

Me voy a consumir en una inútil blasfemia
 y voy a derretir las memorias de tus pasos alejándote. 
Me voy a ahogar en estas ciénagas mentales
y a jugar con tus ausencias.

Me vas a vislumbrar allí en lo oscuro, como siempre y como nunca, 
o cual si siempre hubiese estado en ese sitio que inventé.
Te vas a aparecer tan delicado y complaciente como antes
evadiendo esas locuras y tormentos que alguna vez cargué
pues siempre has sabido cómo andarme
sin perderte en mis flagelos.

Me vas a declarar incompetente ante tu brillo
y yo, como siempre, me declararé insana.
Me vas a acusar de haber deseado y no haber muerto en el intento
y yo planearé mi defensa fumando un cigarro en tu ventana.