viernes, 11 de febrero de 2011

De tus partículas

Amo la vida porque amo las pequeñas cosas. Amo los atardeceres, esos son gigantes. Sin embargo son pequeños al ser comparados con la inmensidad del infinito, o con tu sonrisa, que es eterna mas efímera, y lo efímero es bello. Amo tu sonrisa pues es pequeña en su inmensidad. Eternamente efímera. 

Ayer escribí en una hoja que cayó de un roble seco, un nombre impronunciable. La guardé, pues era una hoja pequeña, y la amé en ese pequeño instante. No puedo amarme cuando me engrandezco, pues falto a la virtud del detalle. Me vuelvo todo, y odio al todo. Odio lo único. Tal vez sea por eso que te odio, pues te me has vuelto tan único que ya ni siquiera puedo tocarte. Eres tan todo que te vuelves nada, y yo que no soy nadie, no puedo mirarte sin sentirte todificar nuevamente. 

Sin embargo amo tus pequeñeces, tus detalles, incluso aquellos que aborrezco. Amo aborrecer tus detalles aborrecibles, pues me hacen amar todos aquellos que amo. Amo tus dedos que se entrecruzan, sin darse cuenta, con el viento, que flamean al ritmo del latido de la vida, de la no resignación de mil poesías que jamás serán escritas. 

Tu alma es grande, y sin embargo tan pequeña que cabría en una partícula de lo que la amo. Lástima que no te materializaras para poder así incendiarte con un suspiro y asfixiarme con el humo de tu ser pequeño. Amo el humo que me trae el viento, que barre las costas de tu incertidumbre, de la mía, de la memoria de los cáusticos. Amo el aroma de una caricia descuidada en la oscuridad de la mitad de una canción, de una calle que no conduce a ningún lado, mas cruza por nuestra sangre contaminada de lamentos... lamentos pequeños que amo tanto como amo la vida. 

Entre tanto, te cruzaste con mi vida, con esa pequeña vida que amo, al cruzar por esa calle equivocada, pequeñamente equivocada... aquella que no conduce a ningún lado y sin embargo se llama "destino". Desconozco la numeración, mas deben de ser números pequeños. No puedo calcular números mayores, pues mi cerebro es pequeño, como mi alma. Sin embargo conté tus cortos pasos. Eran pequeños, y los amé por ello. Y ahora un pequeño espacio nos separa, mas se lee en él una gran palabra: "distancia". Tal vez podría ser más pequeño, y ser entonces amado por mi pequeño ser. Pero no, se le ha antojado ocupar el espacio que aquel pequeño espacio le ha cedido. Amo nuestro espacio, mas odio la distancia. Odio sentirte lejos en esta pequeña noche en que las estrellas se ven pequeñas, pues están lejos. Amo esta noche porque amo sus estrellas, mas odio que estén lejos, aunque su lejanía me hace amarlas. 

Y a ti que estás lejos te veo también pequeño. Te amo por ser pequeño, mas no temas acercarte, que aún si cambias de tamaño, cambiaré yo mi lente, cambiaré el ángulo y ya nunca serás gigante. No deseo todificarte y que aplastes mi pequeña existencia. Deseo verte de cerca para apreciar los detalles. Eres grande de a esas pequeñeces que no puedo ver de lejos, pues la visión se me nubla. 

Quiero verte en los detalles y amarte por ellos. Quiero resucitar de esta pequeña muerte y gritar entre mil lamentos que no lamento la distancia, pues es espacio pequeño que amo como todo aquello que te define, alma pequeña. 

Acércate, pues, entonces, para que pueda verte en tus detalles. Quiero probar tu eternidad de a segundos. Alma pequeña, quiero amarte de a milímetros...

1 comentario:

  1. Si no fuera por los arcaísmos (el uso del pretérito compuesto -he tenido..-, las conjunciones adversativas en desuso -mas...- etc) y el uso no rio platense de algunos verbos (eres..) diría que me parece un texto perfecto...

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