martes, 1 de marzo de 2011

Pacto de la mujer-nube

La mujer nube es feliz. Ella es feliz con su voz-desengaño. No oye rosas ni destinos y navega por su propio crucifijo. Ella es feliz con su aguacero. Es feliz porque es nube, porque es mujer de lejos y mujer-olvido. 

Hizo un pacto con el sol para así poder brillar en aquel sitio donde rozan las campanas de la eternidad. Lo llamaban firmamento. Claro que sin estrellas, pues la mujer nube les temía, tanto como al sol, mas con él haría pactos, y con ellas moriría en un adiós de quince inviernos. Pasa en la brisa. Se despliega para ver su llanto. 

Ella es sincera como una tormenta, pasajera como esa herida que no sintió en la piel, pues las nubes no tienen piel. Aún así duele. Mujeres nube que son vulnerables, que rozan satélites confinados a perecer en memorias invisibles, pues el viento las lleva, el sol las tiñe de luz y les contagia humanidad, mientras la noche asesina las cubre de falsas idiosincrasias. Mujeres nube que no sienten que las sienten. Mujeres-piedad.

Sol de hierro y de cristal que no será destrozado como el alma-nube de mujer-misterio. Pacto con la luz, pues la sangre es de hielo. Cubos de hielo en su propio cementerio. Lápida de auroras, o tal vez eran incendios. 

El sol no sale, mujer-nube, para verte amanecer por mil veces, por mil muertes. Amaneces tu muerte en cada cielo que recorro con mis alas-desconcierto y te veo, luz-espada, cuchillo en el centro del fuego, para morir por muertes, para matar por algo de fe, por algo de la paz con la que mueres nuevamente. Era incendio, era fuego. 

La mujer-nube no es aquella que nos mira, es aquella que nos siente en las caídas, en el desprecio con que truncan nuestros sueños desbordados de ignominia. Ella pacta con la luz de las historias para que abramos los ojos y volvamos a la vida. 

Mujer-nube, haz que se borre el espectro de aquello por lo cual por las noches me estremezco. Hazme saber que existe el pacto con que borraste los pasos hacia aquel rincón incierto, pues mis manos se manchan de vacío-impunidad al recorrer las quimeras que me sangran en el cuello y en el pecho destrozado por mis trovas-cementerio. 

Mujer-nube, pacta de nuevo. Dame paz en este entierro. Seca las lágrimas de mis ojos-cielo.

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