Muchos hombres y mujeres nos llenamos la boca hablando de esa cosa que si bien en el discurso está bien presente, en la práctica dista mucho de estarlo. Esa cosa se llama igualdad. Luego entonces nos contentamos diciendo que, en el encuentro de los sexos, también debe haberla. Y comienza allí el juego de tirarnos la pelota. Pero sepan que se nos ha acostumbrado a que el hombre puede hacer cualquier cosa. Me pasó una vez que me tocaran el culo por la calle. Ante la impotencia, puteé al sujeto de forma vehemente. Una vieja me miró horrorizada. ¿Era realmente yo la que estaba en falta? No. Desde los 9 años (crecí demasiado temprano, me parece) me dicen guarangadas por la calle, incluso estando con mi mamá. ¿Eso es justo? No, pero así sucedió. Sentimiento de desprotección de siempre, de casi dos tercios de mi vida. Pasar en bicicleta, tocarle una teta, total para eso está. Ella, camina, 14 años, va al shopping a encontrarse con las amigas. Y el hijo de puta le toca una teta. Fantástico. ¿Fue justo? No. No reaccioné, no tenía cómo.
Durante toda la vida hemos estado sujetas a determinados valores sociales que se hacen carne en nuestros sujetos. Se nos exige la perfección a toda costa. La televisión nos mambea con la delgadez como único objetivo en la vida, amén de la belleza, que esa si no la heredamos, habremos de conseguirla por otros caminos algo más... sangrientos. Mujer madre, pero trabajadora, pero ama de casa, pero bella y siempre limpia y prolija, cuidando su estética a cálculos milimétricos. Mujer ágil pero de altos tacos. Mujer cómoda de pollera tubo. Mujer sumisa, con ideas propias. Mujer que camina moviendo sus caderas para deleitar tu vista, hombre que camina por Florida y Viamonte. "Es poco femenino" nos dicen, veces y veces hasta calarnos todo lo que podamos tener que se aleja de aquellos íconos de los 50, cuando... aún ni siquiera votábamos en las elecciones. ¿Te suena? A mí sí.
Desde siempre, entonces, se nos exige una perfección a cuya altura ninguna de nosotras está. No es que yo quiera, no es que yo no haya pensado sobre estos temas, no es que me deje llevar por la "cultura del culo". Simplemente lo sé, no estoy a la altura, ni mucho menos.
Hola, soy Nayla. Mido 1.64, me faltan como 6 cm para haber sido modelo. Es el "no estar a la altura", pero literal. Me faltan también 10 de tetas, y obviamente volver a nacer para ser "bella", o al menos lo que se supone que es bello. No tengo piernas largas, sino macetonas y algo musculosas. A veces me como las uñas, y a mis 26 años aún me salen granos. Me rompí los dientes cuando aún mis años eran de una sola cifra, y así se quedaron. No tengo una vista privilegiada y mi cabello es un desastre. Tengo las manos cortas y los pies mochos. Cuando era chica juntaba las rodillas. Soy bastante peluda y odio depilarme. Lo hago, porque lo TENGO QUE hacer. ¿Tengo que? No, no tengo que, pero así lo hago, sin embargo, porque es lo que se hace.
Hola, soy Nayla. Mido 1.64, me faltan como 6 cm para haber sido modelo. Es el "no estar a la altura", pero literal. Me faltan también 10 de tetas, y obviamente volver a nacer para ser "bella", o al menos lo que se supone que es bello. No tengo piernas largas, sino macetonas y algo musculosas. A veces me como las uñas, y a mis 26 años aún me salen granos. Me rompí los dientes cuando aún mis años eran de una sola cifra, y así se quedaron. No tengo una vista privilegiada y mi cabello es un desastre. Tengo las manos cortas y los pies mochos. Cuando era chica juntaba las rodillas. Soy bastante peluda y odio depilarme. Lo hago, porque lo TENGO QUE hacer. ¿Tengo que? No, no tengo que, pero así lo hago, sin embargo, porque es lo que se hace.
"Negra" me decían en primaria. Así es, odiaba no ser blanca. Odiaba no ser flaca. Odiaba no ser rubia. Odiaba usar anteojos y zapatos ortopédicos. Odiaba tener el pelo de Valderrama, y la cara de Ronaldinho. Odiaba ser buena alumna, eso me sumaba exigencia (un 6 en matemática, el cataclismo). Odiaba mi voz nasal. Y aún a veces odio todo eso. Las cuestiones físicas me valieron algunos años de adicción al gimnasio. Nada de musculatura era suficiente. Necesitaba más.
Aún a veces odio no ser blanca, flaca, rubia, alta... De chica era alta, luego me quedé así. Odio mi nariz y mi rostro. Odio tener el culo caído. Odio mis pies y mis manos, y se me hace que mis orejas se notan demasiado. Odio mi cabello, es un desquicie. Odio mi piel, mis rodillas. Odio mi boca y cómo se me tuerce al sonreír, y que se vean mis dientes rotos. Odio mi cintura; estar flaca y tener "rollos". Odio las cicatrices que tengo, recuerdos de guerras contra mí misma, que afortunadamente gané.
¿Cómo podrías esperar que te dijera algo? Jamás he estado a la altura... ¿Por qué habría de estarlo ahora?
Yo soy - Más insegura - Que vos.
Yo soy - Más insegura - Que vos.