Morirme a miradas lentas, que es lo que me roe la esperanza. Una caída de tus párpados que dure la eternidad. Te imagino volar... volar y errar por sobre mis incertidumbres. Acaso tan sólo sea errática mi visión, errante mi deambular, mi cavilar; mi ser simpleza de simple mortal.
Teñirme del color de tus verdades. Frío como daga, y hace frío en mi morada, hoy como nunca. Pongo en juego mi almohada a que vendrás con verdades silenciadas, con silencios verdaderos, y algunos lunares nuevos, que uniré a los demás con un pincel sideral, al tiempo que dejes de respirar.
No me encuentro entre todos los desencuentros, y me pierdo. Si a fin de cuentas caerás, caeré, y espero que me atajes en medio de este vértigo, antes de destrozarme las manos contra mis propias heridas. Los ojos me los arranqué hace ya tiempo, ese que perdí intentando dominarlo, y sólo gané dolor. Mis miserias son las huellas en mi rostro, que aunque intenten emular una sonrisa, leerás en las arrugas ese llanto primordial.
Sí, me he perdido en el encuentro con mi propia mitad. Otra noche se aproxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario