viernes, 3 de agosto de 2012

Abandono del nivel del mar

Ya no recuerdo en qué momento te olvidé, mas recuerdo que lo hice. Recuerdo olvidos en tanto olvido recuerdos. Hago espacio en mi memoria para aquello que dirás hoy, para todas las miradas que aún no me diste. Quiero grabarme tus ojos en el hipotálamo.

Tan distante parece hoy todo lo pesadillezco. Casi nos parodiamos en retroactivo, y más reímos. Me gusta reír. Más si es con vos. O tal vez contigo. Son la misma persona.

La misma, por cierto, pero tan distinta que... CUCURRO. No sabía que decir, lo siento. Tampoco sé si alguna vez sabré, pues todo me enmudece, excepto cuando te pido que vengas a verme, o que tires de mi cabello mientras intento despertar. ¿Cuál es el sueño? Traeme una taza de café, que es tarde, o que me incendio.

Debo dormir. A veces debería dormir. No es tan agradable sola, cuando llueve. Ayer llovió sobre el techo, y claramente hoy lloverá sobre mis pies. Sí, hoy puede ser futuro, o pudo haber pasado. Hoy llovió, pero pasado es pisado. Y no es lluvia lo que piso, sólo es agua. Lluvia fue, hasta que tocó el suelo. Yo nunca toqué el suelo, pues abajo sólo es abismo. No hay límite entre el salto y el averno.

Fuera todo parece tétrico. Apuesto a que estás rechinando los dientes. Voy a meterme en tu oniria y a robar tus verdades. Voy a roer esos misterios, los enigmas que hablas, las lenguas de los dioses de ningún lugar.

No encuentro mi lugar, o quizás lo encontré hace tiempo. Debo copiarme el mapa de mis lamentos venideros, y he de gritarte para que no te marches, o al menos para que no lo hagas sin primero recorrerme por completo.

Pero mis ángeles no tienen miedo. 

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