viernes, 19 de septiembre de 2014
Soy tarde
Me hacen eco las respuestas
que guardaste en un cajón
lleno de arañas muertas.
No sé si quiero que sepas
cómo mis huesos van quebrándose
como se quiebran mis palabras cuando no puedo
comprender esa expresión cada vez más siniestra.
Parecieras sólo tener una ceja.
No es todo tuyo el pedestal que te enaltece,
es conceptual.
Y siempre ha sido difícil derribarte los conceptos.
Te has construído un nombre entre triviales miserias
para martirizarte como antes
frente a mi mártir espectro.
¿Qué si venís? ¿Qué si te vas?
Siempre te encuentro a la hora señalada.
Aunque a veces pienso que sería conveniente
conocer quién la señala
así tal vez pueda marcarme certidumbres
y no sólo respuestas, excusas
y algún destino impertinente
que me olvidé de descifrar cuando era tiempo
cuando todo alrededor no eran mis muertes.
Consecutivas, tal vez, las despedidas.
Quién sabe si alguna vez nos volveremos a encontrar.
Quizás cargue esta eternidad de un instante entre mis manos
y me siga carcomiendo la costumbre de aparentar.
Ya no sé ni qué hora es, pero el tiempo no me alcanza.
Soy la que siempre siempre llega tarde;
necesito un rato más.
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