miércoles, 22 de octubre de 2014

Cadalso del ente



Amé más al concepto que al amante.
Amé las cenizas de sus dibujos en mi alma
y las palabras que imaginé que alguna vez diría.
Amé también las mil sonrisas que solía
regalarme en mi universo de la oniria.

Yo pensaba que sufrir era invariable y sin embargo
amé encontarme equivocada una vez más.
De los errores no siempre he aprendido, sólo a veces
y otras tantas me he encerrado en el eterno negar.
Digo que no por defecto, pero el dolor desaparece
y no me verás llorar.

Hoy ya no hablo de amor, lo he trascendido.
Hay quien pregunta si he perdido y quien mira hacia un costado.
Prefiero este cavilar, pero entre rostros lejanos
y soñar con todo aquello que jamás ha acontecido.

El suplicio nunca llega a un fin sin un principio
y ya no quiero comenzar la desventura.
Clara mi necedad, saboreo rastros insípidos
de las heridas que antaño no entendí cómo salar.

Puedo, sí, martirizarme y revolverme en tus torturas
porque la nada me es todo, y todo es vicio.

jueves, 9 de octubre de 2014

Del clima y sus mortales consecuencias II



Hoy llueve. Hoy te odio.
Cada vez que llueve te odio un poco más.
Pareciera saber que las nubes
no volverán a dejarme ver tu rostro,
que las gotas emularan mis ojos deshidratándose,
o quizás sólo me recuerda a que no estás y,
bueno, tal vez entre sueños imaginaba
que tendrías algo de piedad.

Pero no, me llueven los ojos, 
me lloran los sueños
y no escampan mis ganas de irme lejos,
o cerca. No sé por dónde empezar
a contarte todo lo que alguna vez guardé
en un cajón cuya llave escondí bajo miles de otras llaves.
No siento, sin embargo, que sea tarde
pero las horas pasan y mis párpados se cierran
cual si se marchitaran ante estas distancias.

Claro, los días de lluvia eran nuestros,
seguro ya lo olvidaste, no como yo
que recuerdo incluso las vidas que nunca viví,
las calles que nunca caminé a tu lado,
las promesas que hoy se me antojan más como epitafios
grabados en la lápida de esos deseos que jamás desaprendí.

Estas noches se me hacen infinitos, 
vuelven a aparecer, y reflotan
los misterios escondidos bajo todas esas máscaras
que usabas para crearme reacciones.
Hoy estás tan lejos que ya ni tu máscara veo,
seguro estás usando la que yo más disfrutaba.

¿A quién le estás regalando nuestros días de tormenta?
¿A quién le estás hoy contando esas historias
de proezas, de poetas y de ensueños?
¿A quién le estás entonando esas canciones que nunca
afinaban con mis alas, que sólo las escuchaba
porque con ellas parecías cantar mi alma?
¿A quién le estás regalando más promesas-epitafio
mientras yo te espero, bajo la lluvia, sin paraguas?

En realidad no sé sí espero a que vuelvas a mis brazos
o que la lluvia me ahogue si no te veré en la mañana.

lunes, 6 de octubre de 2014

Si te extrañara




"El condicional es una dimensión inexistente" me dijiste;
"No se puede ser en los sería".
Pero... ¿Qué si fuese? ¿Qué si existiese?
Nunca nos hemos parado a preguntarnos
pero tal vez nunca debimos haber caído ante los silencios
que dominaban nuestra atmósfera con incertidumbres.

De esas supiste darme tantas...
siempre fuiste la pregunta con menos respuestas,
el eterno interrogante sin opciones,
el último eslabón en la cadena de infortunios.
Y tal vez todavía extraño tus berrinches y tus caras largas
sólo porque ya no están.

Extraño lo que pudo haber sido, aunque jamás
hayas estado tan cerca de mí como hubiese querido.
Extraño esa incertidumbre, el buscar respuestas.
Extraño las opciones y los escenarios.

Extraño un poco los defectos, los dolores de cabeza 
y todos los desvaríos.
Pero sobre todo extraño esas dimensiones
en las que pudimos haber existido.