sábado, 22 de agosto de 2015

Transparencia




No se ve de tan lejos el fuego cruzado
ni los remolinos, espirales, vórtices
ni aquellas cabezas que ruedan por la tierra
cuando me despojo de las miradas
que otrora me clavaban a paredes
infinitas. 

El miedo.
El desvarío.
Las distancias a través
de las que vuelvo
a encontrarme con mis pies
y con el techo derrumbándose.
Los cantos que se han vuelto letanías.
Lejanías.
Observar entre los árboles
e imaginar.

De cerca es todo tan parecido, sólo puntos
que jamás se unen, como nosotros
inconclusos, esféricos
perfectos
para quien busca lo trivial
y explosiones de futilidad para aquellos
que se atrevieron a ver más allá
de nuestras cuencas vacías.

No deseo ser
sino volar
estar, existir, restar
vivir, vagar
aligerar
la carga de ahogarme en la obviedad
y de ser quien soy 
obstinada y asimétrica
me pesa la mano con la que escribo
y la otra se aleja, señalando
un rumbo transdimensional.

A media vista todo parece igual.
Es gris. Era gris. Era todo.
No tengo nada más que aportar
al universo entre tus manos.

Encierro.
Destierro.
¿Quién es esta del espejo?

Cerca. Lejos.
Gris.

Desprecio.

Existir fuera
pero no dentro.

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