martes, 28 de septiembre de 2010

Agua que no has de beber...

Soy un ser de agua, sin la medida de todas las cosas, que es agua. Odio la lluvia porque soy agua... me eriza el cabello, y me retrotrae hacia horribles momentos... momentos de cabello erizado, y del alma vacía. De erizos de mar, y de rocas. De arena oscura como el hueco de mi alma en la lluvia. Soy de agua. 

Ayer aprendí que el agua no puede volar. Descubrí entonces que las alas se habían mojado con mi propio ser y suspiré. Fue corta la ilusión de volar... efímero el ver el firmamento como siendo su parte, y saborear esa nube de sal y de otoño, calcificada como mis propios poros, que son de agua, que son de incertidumbre. Pensar que hasta ayer no era más que un retoño de la miseria de mi alma.. y hoy que ya no tengo alma, quisiera poder volar para preguntarme en lo alto si me he visto reír... si me he visto divagar por las cornisas en lamentos de nostalgia, en inconsistencias entre aquello de lo que vengo, y aquello a lo que voy, que es quien no soy. Sólo soy agua, y el agua no vuela más que en los geisers... y desastres naturales. 

Seré acaso, entonces, agua que puede volar, un desastre natural. Tal vez una cascada violenta, por la cual no quieras transitar. Tal vez un tsunami de pasiones que pueda corroerte el espíritu hasta que ya no quieras pensar en un simple vaso de agua. Tal vez la tormenta, pero con rayos que destrocen todo a su paso, ser culpable del cataclismo de tu memoria, y busques en vano una salida de mi morada. Quizás una sonrisa de agua que corrompa el concepto de sonrisa, con un llanto que propaga los estímulos de odio en el vacío? Cómo propagarse en el vacío si soy yo el vacío, pero de agua? Si, así es, estoy deshidratada, y qué más da si es el precio que se paga por dejar de llorar. Pero también he sido víctima del presagio... ese que dice que tomes aquello, que no has de lamentarlo, pues en aquel momento era correcto. Y qué si lamento? Qué si ahora vuelvo a desmaterializarme? Mi existencia de roca se volvió maleable. Era roca volátil. Hoy soy agua que te espeja, así como mi espejo me espejea este rostro moribundo que ya no devuelve miradas. 

Era la roca contra la cual tu cabeza golpeaba duramente. Ahora no soy más que olvido y unas lágrimas. Soy el agua que derrochan al curarse las heridas... pues esas me las tomo yo, en mis brebajes del insomnio. Las heridas me alimentan, y consigo rehidratarme, al menos para seguir llorando y no traicionar mi existencia de agua de lágrimas saladas, de cantar canciones monótonas y de reír a escondidas, por si acaso diéranse cuenta de que ya no soy de roca. 

Es entonces que el espejo se me devuelve líquido, tomando formas extrañas. Si, ya entendí, maldito espejo, que soy quien yo quiera ser. Sin embargo soy de agua, y no me agrada ser agua... a menos que tu reflejo se cruce un día con mi líquida existencia, y entonces tengas sed de mí. 



2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Muchos reflejos se han de cruzar con esa líquida existencia, pero esa existencia al tener tantos litros de ser, derrota en instantes la más insaciable sed.
    Esa líquida existencia que seguramente halla pasado por una fusión de la roca que creia ser, no llegará a evaporarse, no antes de encontrarse con el reflejo de ese sediento vagabundo, que sigue en el desierto, buscando una líquida y abundante existencia, que pueda tener junto a él para nunca más sufrir SED...

    Tengo que felicitarte me gusto muchisimo lo que escribiste Nay!

    ResponderEliminar