Quisiera abrir los ojos pero ya no poder ver
de tantos rodeos que me los hayan arruinado.
Seguir por la vía de otras vías enredadas
y morir a la vera de mi propio cadalso.
¿Quién suspira en esta noche sin sonidos?
El presagio.
Quisiera poder socorrer a todas tus especies
pero para hacerlo debería conocer tu rostro.
Ya nos callamos anoche, diciéndonos lo inefable.
No sé si podamos tener otro de aquellos otoños.
¿Qué esperar de las mil lunas que se ponen tras los surcos?
Otro insomnio.
Y sin piedad nos destrozamos bien habidas pesadillas.
Sin control desgarramos la piel seca de estas manos
que ya ni siquiera se señalan las heridas
ni se tuercen por las calles que anduvimos antaño.
¿Dónde está toda mirada que nos dimos de mil vidas?
En algún sueño olvidado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario