Quiero besar tu cuello, futuro occiso. Quiero saborear tu muerte por vez primera, y también por última. Quiero probar el ácido del que está hecha tu piel, aquel que te ha ido calando cada vez más por dentro, hasta pulverizarte el alma que alguna vez tuviste, aunque ya no lo recuerdes. Deseo verme reflejada en la mirada que me des con el último aliento, así por lo menos sabré que alguna vez te vi por dentro. Quiero que mueras mirándome a los ojos. Quiero darte muerte y que te enteres de que he sido yo quien te ha matado.
Ayer te escribí una carta. No era muy larga, debió llamarse "corta" en vez de carta. Ya no recuerdo qué decía, pues de todos modos no se entendía. Tal vez fue por mi caligrafía, deformada por el temblor de mis manos, por la ansiedad que me produce saber que morirás pronto. Tal vez es que mis ideas eran confusas... por la ansiedad que me produce... bueno, creo que eso ya lo he dicho, o será que me confundo... precisamente por la ansiedad que me produce... ok, creo que me he obsesionado.
Como sea, morirás pronto. Creo que te lo dije en la carta. Tal vez no, ya no lo recuerdo. Tampoco recuerdo la última vez que me viste a los ojos, ni si alguna vez tuviste ojos. Lo sé, es lo mismo que me sucede con tu alma. Será por eso que dicen que los ojos son ventanas al alma. Será por eso entonces que no recuerdo si tienes ojos, ni si tienes alma. De todos modos ya me enteraré cuando estés muriendo, y no tengas otra opción más que mirarme a los ojos. Sin embargo no estoy segura yo misma de tenerlos. Hace ya tiempo que no tengo alma... ¿Por qué habría de tener ojos? Tal vez podría, para poder mirar los tuyos, y ver tu alma, pero ya sabes... es que no la tienes, o no habrías dejado de mirarme a los ojos hace ya tanto tiempo. Tal vez haya sido porque no te agradaba contemplar el vacío, sé que nunca te agradó. Y sin embargo yo siempre te regalé esos cielos sin estrellas que tanto me gustaban. Lo siento, quise regalarte mi alma y te di el vacío. O tal vez sea que es mi alma la que está vacía.
Como sea, morirás pronto. Pero antes morderé tus labios como nunca antes, para así poder conservar al menos un recuerdo grato de cuando estabas vivo, alguno que no se asemeje al vacío de nuestras almas que vagan errantes por esas noches sin estrellas que tanto me gustan, pero que a ti te tienen sin cuidado, como todo lo que de mí proviene, lo que alguna vez te regalé envuelto en mis sueños. Si, eso era ese papel que rompiste en mil pedazos porque "daba suerte". Realmente la daba, pero abusaste de ella. Intentaste gobernar el arcoiris con un puño y lo lograste, al menos por un instante. Lograste que se durmiera, mas renació al día siguiente con más fuerza aún, y así fue durante toda esa semana en que no hiciste más que gritarle al cielo que hiciera silencio. Ya te he dicho... fue patético.
Como sea, morirás pronto. Pero antes morderé tus labios como nunca antes, para así poder conservar al menos un recuerdo grato de cuando estabas vivo, alguno que no se asemeje al vacío de nuestras almas que vagan errantes por esas noches sin estrellas que tanto me gustan, pero que a ti te tienen sin cuidado, como todo lo que de mí proviene, lo que alguna vez te regalé envuelto en mis sueños. Si, eso era ese papel que rompiste en mil pedazos porque "daba suerte". Realmente la daba, pero abusaste de ella. Intentaste gobernar el arcoiris con un puño y lo lograste, al menos por un instante. Lograste que se durmiera, mas renació al día siguiente con más fuerza aún, y así fue durante toda esa semana en que no hiciste más que gritarle al cielo que hiciera silencio. Ya te he dicho... fue patético.
Como sea, morirás pronto, y sólo estoy escribiendo esto para sentir que el tiempo pasa más rápido, pues no imaginas las ganas que tengo de que mueras, de matarte en este instante. Lo haría, de tenerte cerca, más debo aguardar a que te dignes a llegar. Mis manos tiemblan como ayer, mientras te escribía esa carta. Por la ansiedad, sí, ya lo sabes, si a esta altura ya lo sabes todo. Lo único que no sabes es justamente aquello que debería interesarte... que mataste mi alma, y jamás pudo ser regenerada. Sé que no te interesa, pues no tienes alma como para que lograra interesarte la muerte de la mía. Pero fíjate que ahora, cuando atravieses la puerta, vas a mirar ese vacío que tú mismo provocaste. Si, vas a mirarme a los ojos, si es que aún tengo ojos. Luego quizás me digas, entre suspiros, que me quieres, como cada vez. Y más tarde, aún con mis manos temblorosas, a ti que ya no tienes alma, y que mataste, por ello, la mía, voy a matarte el cuerpo, que es lo único que te queda.
Así es, morirás pronto, y tal vez alguna lágrima corra por mis mejillas, y nuevamente me tiemblen las manos. Será por la ansiedad que me producirá el saber que te he matado, y que sea mi imagen la última que te has llevado. Mañana... entonces... tal vez mañana te escriba otra carta...
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