desnudas ya mis pupilas en tu espectro.
Desvelada en tus mentiras
humillada, ya no en gritos, en poesía.
¡Cuánta desesperación al ver marchitarse el sol!
¡Si tan sólo esta herida hoy hablara!
Cuánta ira, negación. ¿Qué tanta resignación?
Huelo el miedo y me acompaña en las miradas.
Te grito entre mis diezmadas
manos frágiles, suicidas, calcinadas
que eres casi tan enfermo
como muertes van y vienen en mi pecho.
Qué nostalgia de aquel día en que me diste tu vida
qué desierto que hace hoy por estos ríos
de lágrimas no saladas, sino amargas, por lo impías
tus palabras nunca dichas, y de llanto me vacío.
Ya la tragedia en este ser, monotonía
ya la inconstancia en este otro supo ser
casi tan constante como tu hipocresía.
Dime qué nace este día en el instante
en que matas mi alma una vez más
pues sólo quisiera que todo sea como antes.
pues sólo quisiera que todo sea como antes.
Dichoso de aquel que escribe, porque sabrá siempre como sortear el dolor.
ResponderEliminarCariños querida.