sábado, 22 de octubre de 2011

Nueve vidas (sucio, piedra, culo)

Hay quien me pide, por quién sabe cuántas deidades, tranquilidad. ¿Acaso no es lo que yo también deseo? Tremendamente sencillo es disertar acerca de cuestiones ajenas, sobre todo cuando se es ajeno incluso al propio espíritu. Ciertamente entienden menos aún que mi absoluta carencia de entendimiento. Y está bien, asumo que jamás serví para entender, pero nadie, sin embargo, lo hace mejor que yo, por lo cual usualmente me veo obligada a explicar cuestiones de las que no soy parte, mucho menos arte... ¿Qué podría explic-arte? Acaso ya quisiera mat-arte. Que sangres hasta ahog-arte en ti mismo, que... ¿En que estaba? Sí, mi discernimiento es escaso. Evidentemente también tengo algo de déficit de atención. Mis ojos son lentos, como lo es mi mente. ¡Dichosos esos neurotransmisores de vida sedentaria! Diría que los envidio, mas me encuentro atada a mi silla, a mi cama, a todos esos lugares que me pudren el cuerpo, que me vacían el pecho. 

Sea como fuere, me he vuelto el abismo de mi propio abismo. Mi propia muerte me teme, sí, y me es propia, en tanto he muerto ya varias veces por el mismo puto insomnio. Me he cansado de maldecir al segundero y hacer pausas, tan sólo para suspirar una vez más por ese aire que me falta. No es tan puro, sino más bien viciado de lagunas de excrementos. Y resuenan en mí esas voces lejanas, esas que quisieron serlo, esas que se alejaron violentas, abandonándome a la voracidad de mi propio hilo de pensamiento... ese que no pasa por la aguja (con la que me inyecto mi propia vacilación y torturas varias, sin nombre, que sólo tienen lugar en esa sangre que se me ha licuado ya de esperar). La carne se me pudre dentro del cuerpo. Me muero desde dentro y me trastorno. Me trastorna mi propia demencia una vez más, consumiéndome hasta la última célula de mi cercenado cuerpo. Y aquí estoy una vez más. Lo he hecho de nuevo. Acuso varias muertes internas, y no será la última. La tuya, sin embargo, será única. 

Detesto, este día, mis ojos. Esas mierdas deberían de serme extirpadas, así podría evitar la visión de mi rostro ojeroso, pálido, roído por la tempestad en mi semblante, taciturno como pocas veces he visto noches en ciudades alejadas, en algún viaje hacia el respiro. Esas ciudades en las que sólo se ve el terror, y la luz mala. Así le llaman, tal como a mis ojos, que solían tener brillo, luz, y ahora, pues, más se asemejan a esos pasares por campos desérticos, restos de cadáveres de algún animal que buscaba su destino, rutas que desembocan en heridas, flagelos de este jamás-nunca destino, que lo he nombrado dos veces, tal vez para invalidarlo. Historias que ya nadie cuenta en un presente, pues supieron no llegar, como tus pies. Sea como fuese, detesto mis ojos. Quizás debería extirparme los lagrimales. Ciertamente no les veo utilidad. A ti tampoco, más que la de matarme eternamente. 

Mi sombra está tan comprimida... Si vieras, mierda, cómo es la vida en este cosmos. A veces quisiera no despertar. ¿Mi sombra? Sí, ya la nombre. Esa dibuja formas, como de nubes, pero sin cielos. Son nubes que me observan estupefactas, luego de lo cual se ríen en mi cara. ¿Nunca te ha pasado que una nube se te ría en la cara? Pues a mí sí, y me da igual que a nadie más, pues es la misma nube que me llueve en la cabeza, ahogándome hasta la última de las ideas. Nube de lluvia salada, como los mares de mierda en los que nado, mares de mis propias lágrimas... de mierda. Nado, nada, eso es lo que tengo: la nada. Y nado contra la corriente-mierda, nado-mierda, trago mierda en cantidades... Sí, ¡Cuánta mierda hay por estos lares! ¡Cuánta he tragado ya! ¡Y cuán útil sería si luego cagara comida! Como invertir sistemas, así el aire viciado vuélvaseme saludable, y quizás vengas y sea yo quien se aleje. Quizás seas mi sombra, que ya no esté tan comprimida. Creo que he adelgazado.

No lo sé, tal vez me engañé pensando que podía ver la vida de otro modo. ¡Pero si hasta lo fresco huele a rancio! O será la brisa que me trae el aroma de tu alma, esa tan sucia, tanto más que el culo que te limpiaste con mis sentimientos (casi puros). Rancia, podrida, como esta herida que no cierra. Infectada, agusanada, como esta herida, sí ¿ya lo dije? Me estoy volviendo repetitiva, como esta herida... (repite ad-nauseam). Como las demás heridas (me estoy impacientando). Que me agrada el sabor a sangre seca, cuando se vuelve de un color amarronado, pero más me agradaría poder posar mi puño en tu garganta. Ahí al centro, a la mismísima nuez... Sí, creo que me sentiría realizada. 

Como sea ya dan más de las doce. Sí, cualquier hora después de las doce puede ser considerada "más de las doce" aunque ya casi den las seis. Esos pájaros de mierda me recuerdan a esas noches, tanto que quisiera apedrearlos. Yo mientras tanto, aquí, me recluyo, en mi propio deseo de apedrear a esos putos pájaros que, sí, le cantan al viento (ese que ya dije que traía el aroma de tu alma rancia... culo, etc). Eso me entretiene: el irrefrenable deseo de apedrear. Créeme que en mi mente ya has perdido unas nueve vidas. Cada una de forma más horrenda que la anterior (mayormente a piedrazos, he de admitirlo). Y sin embargo aquí sentada, sigo aguardando a que llegue el instante, mas ya sin hablar, sin proferir aquellos gritos de dolor, como supe aullar durante esas noches en las que dolía menos. Es tanto el dolor que ya no duele. Es tanto el vacío que quizás me llene, y no quede espacio así para suspirar por tu nombre tatuado en mis pies cuando me dirigía a tu morada. 

Veo que hoy no podré dormir. Ya se ha hecho costumbre. Como sea dile a tu alma, si la encuentras en algún callejón mugriento, que la he buscado por mil lugares, cada uno más recóndito que el anterior, cada cual más alejado. Y así hubiese seguido, si no hubiera muerto en vida, si no estuviera ya percibiendo lo podrido de mi carne. Duele, huele... ¿Qué más da? Sigues siendo el mismo: mierda. ¿Acaso miraste atrás cuando me diste la espalda? Pronto sangrará, y no será hacia adentro. Si nueve ¿Por qué no diez? Sangrarás y no será hacia adentro. Eso invertiría el ciclo, y sabes que no eres mi sombra, sino yo la tuya. Sangrarás y no será hacia adentro (sucia, ruin, piedra, culo). Las nueve serán. Nueve-vidas-una-más (es un concepto). Será la única.


Culo.  

1 comentario:

  1. La imparcialidad apatica de un espectador que pasea sin rumbo seguramente no te signifique nada. Lee cada tanto los esfuerzos literarios que se crean dado que sospecha que una oleada mas verdadera vendra solo de quien pueda retratar mejor a la sangre y el sufrimiento, sea que broten por la razon que sea.
    La imparcialidad apatica no conoce a la autora de estas bellas expresiones literarias que enaltecen la lectura. Tal vez gracias a esto no incurra en ningun error si llegado a este punto te agradezca por escribir algo tan lindo. Gracias.

    ResponderEliminar