jueves, 26 de marzo de 2015

Salvación


La última vez que intentaron salvarme
que intentaron juntar mis partes
me lanzaron desde más arriba
y las piezas se volvieron invisibles.


La caída me desmaterializó.


No necesito salvación.
Todo lo que toco lo destruyo, 
y no poseo el control.


La última vez que intentaron salvarme
caía la lluvia, pero ya no me mojó.
No tenía un cuerpo que albergara mi alma
no lo tengo hoy.


La caída fue más fuerte que mis alas.


No necesito salvación
Todo lo que toco lo convierto en piedra
que es lo que soy yo.


La última vez que intentaron salvarme

me parecía a vos.


Elixir del camino circular




Quise ser quien desordenara tus paradigmas
y ya no recuerdo cómo, pero llegué al mismo lugar.
Entre opciones infinitas e ignominias
me fui perdiendo, sin saber dónde encontrar
ya nunca aquel lado bien del mal
fundido con la desidia.

Hoy me entorpecen los pasos esas piedras
que yo misma coloqué en mis zapatos.
Me he perdido mil preguntas, buscando alguna respuesta
condenándome beber de los tiempos inexactos.
Descuelgo ahora de la pared tu retrato
pues ya no te lloraré todas las noches como esta.

Mas no alcanzo a remediar todas las muertes
y me flagelan recuerdos que jamás han existido.
He intentado inventarte espacios fuera de mi mente
pero sólo reescribí este circular camino.
Vuelvo a mirar tus ojos, ya perdidos
mientras soy la lejanía en este cuerpo inerte.

El dolor no me hace fuerte, me mutila
y correr hacia tu encuentro me machaca las piernas.
No hallo calma en la canción ni en mi poesía
ni piedad en las palabras inconexas.
No soporto dormir, mas tampoco la vigilia
y el alcohol sólo funciona cuando la herida es externa.

martes, 24 de marzo de 2015

Comodidad del infierno (o el miedo a dejar de ser y a seguir siendo)




¿Qué quiero callar cuando hablo menos de más?
¿Qué voces quiero silenciar cuando grito?
Los recuerdos se cuelan por cada maldito resquicio
por el que los vacíos desean entrar.

Voy surcando la órbita de mi temor enaltecido
y transito vibrando en las frecuencias más bajas
por si alguna vez aterrizo en una de tus amenazas
y tu cabello pueda pasarme inadvertido.

¿Qué hacer con los despojos de mi cuerpo demacrado
de mis alas cercenadas por vilezas del camino?
Desatan nudos eternos y me desnudan el destino
los misterios que no pueden ser borrados.

Busco encontrarte en cada universo paralelo
y siempre me encuentro con mi rostro taciturno.
Los días pasan tan lentos a cuál pozo más profundo
y las noches en un álgido desvelo.

¿Con qué armas luchar cuando estoy tan desarmada?
¿Cómo no desentonar si la canción no fue escrita?
Cada vértigo reinventa mis miedos, los resucita
y otra vez caigo a la orilla de la nada.

No encuentro una verdad entre las sombras de tus manos
mas busco calamidad en sonrisas olvidadas.
Me olvido de recordar todas mis guerras ganadas
y flagelo con las gotas todo este cuerpo profano.

¿Qué historias he de contar cuando la épica fenezca?
¿Qué espejos habré roto cuando pase este suspiro?
Es que el rostro se me plaga de tus hábitos fingidos
y te esquivo la mirada esperando a que anochezca.

No busco más la piedad en alguna nube gris
ni la virtud de las piedras, ni lo roto del cristal.
No espero que estas heridas vayan hoy a sanar.
Lo único que deseo es volver a sonreír.

domingo, 22 de marzo de 2015

Devaluación del alma




Me pierde gramaje esta entidad
que solía pesar como mil cráneos.
Queda en partes, cada una más liviana, 
y sólo queda el eco de mis propios pasos
chocando contra las paredes
de sinuosos pasadizos
como eran esas curvas 
en las que ayer o hace semanas me mareaba.

No pretendo alejarte de mis pedestales.
Tengo miles de ellos, ya no importa
si me va, si me viene, si me estanco
en las transformaciones
de todos los imperios
que construí con suspiros y algunas
de mis vilezas y vanidades.
Soy porfiada cuando sale la luna
y asimétrica, torcida, falciforme
cuando nace el nuevo día. 

No me espera nada en la mañana
como siempre.
No tengo miedo del abrazo
ni del fuego, ni del todo. 
Temo simplemente desmaterializarme
y ver ya no ojos sino brisas
y algún que otro destino cruzado
que me escampe las moradas tormentas
en las manos truncas.

No te aborrezco. A mí, algo.
Todo es siniestro cuando estoy despierta.
No deseo paz, tampoco guerra.
Decime algo a veces, mientras duermo
y juntame los pedazos.

Quiero estar ahí donde hace frío y revelarte
los secretos de la nada a gritos.
Me desvanezco un poco
pero es, justamente, lo que necesito
para estar un tiempo más alrededor
de tu cuello de rocas.
Besar tu cadáver, estremecerme en el delirio.
Rearmarme de a olvidos.

viernes, 20 de marzo de 2015

Escena de la eutanasia (parte I)



Me aterra lo que no hace daño
crecer, desvanecerme las derrotas
cómodas, detenidas en el tiempo
perecer antes de llegar a los cadalsos
que yo misma construí.

Me duele ahí donde no hay dolor
encontrarme con los rostros afables
desconfío de las sonrisas, me dan miedo
me estremezco ante un abrazo
me inmolo de no encontrar lo miserable.

Me aterra ver el sol cada mañana
suspirar, respirar, inspiración
banal. Me corrompen las manos los gestos
de bondades inesperadas.
Fagocito lágrimas y vomito redención.

Me duele anclarme al vacío
y mirar entre los espectros
sonreír en la penumbra y soslayar
que me marchito cual mortal. 
Dolor, tiempo, son conceptos.

Me siento carne del eterno quizás
si no hay mañana ¿quién me va a curar?
Tal vez esboce una sonrisa pasajera
al llegar a un instante que esté de más.

Quiero olvidar.


Martirio del hielo seco




Desafinando aquel canto a la vida
me voy reencontrando con algunos pasadizos
escondidos en los dedos del desprecio.
Doy la vuelta y aparezco entre un tumulto
de rostros genéricos, de inocencia por defecto
y acertijos incompletos.

Tardes nefastas las que vienen y van
y a mí no me va nada en realidad
si no trae sabidurías y algo de orden
dentro del cáos que emana mi rostro imperfecto.
No llueve tanto fuera como dentro
y cada gota me corrompe.

Quién pudiera ser el espíritu que guía
a todos los infiernos por caminos de bondades
piedades, algunas vanidades
que no dañasen todas estas esferas
en las que me encierro para pasar la noche
cuando veo que no llegas.

Y el dolor va estremeciéndome los huesos
y caen dispares mis manos a los lados
de mis caderas torcidas por los pasos en falso
y por tropezar con mi sombra, que es tan rápida.

A veces me desmorono en los huecos que me invento
y otras me creo los más hermosos universos
pero ahí está la sal, sobre mi piel carcomida
que se quiebra como lápidas.

No veo bien la salida, tapan mis ojos
las lágrimas ácidas
y en los sueños rotos me sumerjo.


viernes, 13 de marzo de 2015

No espero




No espero que me acompañes allí
donde no puedo ir, pues no tengo lugar,
y cuando lo tenía, no lo habrías hecho.
No espero que rompas las cadenas de tu garganta
y de tus labios que jamás supieron 
pronunciar mi nombre.

No espero nada de vos, 
ya no tengo aquellos ojos
que intentaban sin éxito espejearte el alma
o verla al menos incompleta.

No espero nada de mí, perdí tantas cosas
y otras tantas intentando llamar tu atención.
No espero que me mires, siquiera que me recuerdes.
Yo ya no recuerdo tu máscara.

No espero ningún perdón, no me interesa.
No espero ni un retazo de tus alas
que jamás se desplegaron para venir
en mi dirección.

No espero ya los motivos de tu ausencia
si es igual que la presencia, excepto por recorrer
tu cabello con mis dedos y desear
que todo haya sido un sueño
que algún día, sin razones aparentes
me dijeras al oído que era más que un cuerpo inerte.

No espero entrar en tus pesadillas.
No espero que entiendas las mías.
Qué tarde se hizo para darme cuenta
de las veces que fingiste las sonrisas.

No espero que me recuerdes.
Jamás podría.

martes, 10 de marzo de 2015

Fin del medio



Soy vana hasta mis propios cuentos
personajes nuevas para cada fascinación.
Desventuras y cristales averiándome la voz
que llevo no tan dentro
que late corriendo hacia el vacío
detenido en cada gota de lluvia
que forma la tormenta con la que hoy canto
para desaparecer.

Qué infortunio saberte perplejo
ante lo infinito, lo obsceno de mi desvelo
desafío del martirio.
Me desvivo por mirarte en mi vigilia
aunque no seas tan cruel.

Se me parten los dientes mordiéndome 
los labios profanos.

Ojalá fuera quien puede flotar
por lo inefable de tu espectro
y remontarme hacia la superficie del averno
para verte retorcer los ojos
en un escándalo inmortal.

Ojalá pudiera darte un suspiro
que te calara los huesos
que te devolviera el valor de imaginar,
como yo hago para presentificarte.

Cerrar los ojos, volverte a ver.
Sonreír entre las lágrimas de lejos.