De a noches escribo en mi frente
casi la página entera de un libro
que jamás nadie lee.
Se auguran tormentas de palabras insípidas
que fluyen cual ríos para luego
quedar enterradas bajo alguna
estatua de sal que se parezca a vos.
Que salga el sol y que no me desmaye
en el intento de verlo es a veces
lo que deseo más que respirar, lo que añoro
más que despertar para ver el silencio y oír colores,
escalas de grises a cuál más desafinado
y sonidos desteñidos por el desgaste de los pasos
que creí haber desandado.
A veces siento que me alejo y puedo ver
a través del umbral de alguna nube
de formas desconocidas
pero luego todo me recuerda que mi forma
no es más que lo que roza superficies y no me reflejo
en esa nube que, aún pasajera
formaba más que alguna superstición.
Dejame que te diga que está de más hablar
cuando no entendemos ni siquiera los silencios.