viernes, 20 de noviembre de 2015

Qué siendo




De a noches escribo en mi frente
casi la página entera de un libro
que jamás nadie lee.
Se auguran tormentas de palabras insípidas
que fluyen cual ríos para luego
quedar enterradas bajo alguna
estatua de sal que se parezca a vos.

Que salga el sol y que no me desmaye
en el intento de verlo es a veces 
lo que deseo más que respirar, lo que añoro
más que despertar para ver el silencio y oír colores,
escalas de grises a cuál más desafinado
y sonidos desteñidos por el desgaste de los pasos
que creí haber desandado.

A veces siento que me alejo y puedo ver
a través del umbral de alguna nube
de formas desconocidas
pero luego todo me recuerda que mi forma
no es más que lo que roza superficies y no me reflejo
en esa nube que, aún pasajera
formaba más que alguna superstición.

Dejame que te diga que está de más hablar
cuando no entendemos ni siquiera los silencios.


sábado, 22 de agosto de 2015

Transparencia




No se ve de tan lejos el fuego cruzado
ni los remolinos, espirales, vórtices
ni aquellas cabezas que ruedan por la tierra
cuando me despojo de las miradas
que otrora me clavaban a paredes
infinitas. 

El miedo.
El desvarío.
Las distancias a través
de las que vuelvo
a encontrarme con mis pies
y con el techo derrumbándose.
Los cantos que se han vuelto letanías.
Lejanías.
Observar entre los árboles
e imaginar.

De cerca es todo tan parecido, sólo puntos
que jamás se unen, como nosotros
inconclusos, esféricos
perfectos
para quien busca lo trivial
y explosiones de futilidad para aquellos
que se atrevieron a ver más allá
de nuestras cuencas vacías.

No deseo ser
sino volar
estar, existir, restar
vivir, vagar
aligerar
la carga de ahogarme en la obviedad
y de ser quien soy 
obstinada y asimétrica
me pesa la mano con la que escribo
y la otra se aleja, señalando
un rumbo transdimensional.

A media vista todo parece igual.
Es gris. Era gris. Era todo.
No tengo nada más que aportar
al universo entre tus manos.

Encierro.
Destierro.
¿Quién es esta del espejo?

Cerca. Lejos.
Gris.

Desprecio.

Existir fuera
pero no dentro.

viernes, 10 de julio de 2015

No hay espacio




No me tomes en serio cuando digo
que ya no hace daño.
Sé que no hay espacio para mis ojos grises
y sin embargo
continúo intentando mirarte
aunque sea de lejos
como quien no se resigna a perder
a volver al lugar que abandonó
por inundado.

No me nombres entre sonrisas
si luego mirarás hacia un costado
cuando pido entre lágrimas
un momento
de nobles abrazos
para calmar todo esto que he callado
un instante en el que estemos
aunque sea por locura
en el mismo plano.

No sé si pueda ser más tiempo
sólo la parte de mi rostro iluminado
si en presencia de los monstruos
que me acechan cada tarde
no sos más que pura niebla
sobre el adoquinado
y el recuerdo intermitente
de las vidas que dejé de lado
por vencer al llanto.

Y si a veces me vence él también
sépase que finjo que no te quiero cerca
porque sé que no hay lugar para lo lúgubre
y nunca he pedido nada a cambio.
Que cuando sea el momento de pedir
seré quien mire hacia un costado
quien se aleje entre las luces, las sombras
 y los recuerdos olvidados.


martes, 7 de julio de 2015

Algo va a morir




Algo va a morir hoy cuando cierre los ojos 
Voy a volver a tocar la palma de mi mano
voy a sentir cómo cada línea
continúa sangrando.

Algo va a desaparecer mañana
cuando resurja en mi vacío
trataré sin éxito de no ser aquella idiota
que supe ser cuando reía
a carcajadas por las noches
la que miraba con los ojos limpios
y con el alma roída.

Voy a matar a mis musas en tu ausencia
y a revivir esa elegía
que te escribí cuando eras parte
de cada rostro, en cada esquina
en cada calle que llevaba a ningún lado.
Voy a cambiar el rumbo
y a matar tu lejanía.

Van a sobrevivir todas las pesadillas
y las costumbres casi olvidadas
pero hoy va a morir alguna estrella
y las partes de mí que te regalé en palabras.
Va a sangrarme cada extremo de la piel
sólo por pura añoranza
y me fundiré con ella.

Van a morir mis ganas de mirar hacia un costado.
Se me va a escapar el alma.


martes, 9 de junio de 2015

Nos vamos al sol




Hacé las valijas que nos vamos al sol.
Vamos a ver la Tierra desde lejos
y a mostrarle nuestros dientes de canción.

Vamos a dar la vuelta a la galaxia
y a guardar en un bolsillo cada constelación.
Vamos a mirarnos con ojos de planeta
y a crear nuestra propia dimensión.

Hacé las valijas, que nos vamos hoy.
Vamos a dibujar órbitas caprichosas
y a fluír con el latido de algún corazón.

Nos vamos al sol porque es el único
que puede emular nuestro calor.
Vamos a inventarle otro nombre a cada estrella
y a besar al universo con pasión.

Hacé las valijas que nos vamos al sol.
Vamos a sonreír.
Vamos a hacer revolución.


sábado, 30 de mayo de 2015

Destierro ficticio



Eras el más sincero y el más hermoso
de los infrahumanos que a veces
me acompañaban en mis viajes cósmicos.
¿Dónde quedó tu sonrisa si luego
de treinta años me llamaste
fingiendo estar muerto?

Fingiste ser una poesía en cada lágrima
subrogado del rocío seco
y hoy bebes paciente mi sangre de elixir
que no es de los dioses.
Resurges de las flamas bajo la forma
de un búho con múltiples cabezas
y rompo en llanto.

¿Quién se asemeja a mí esta madrugada
que no tiene tus silencios?
Maldigo al mismísimo infierno
profiero
un lamento desesperado
y vuelves a la vida
pero veo en tus ojos que ya no tienes alma.

Te daré la espalda, pues me aterras
fingiste ser humano y desapareces
finges ser espectro pero eres
el único de ellos que puede llorar.

jueves, 28 de mayo de 2015

Escape del ordenamiento




Quería dejar de ser número
así que te regalé algunas sumas
unas restas, funciones, 
ecuaciones imposibles.
Te confundiste. Te fuiste.

Quise dejar de ser número
y me volví letras
te regalé algunos cuentos
con finales felices
algunas prosas y poesías
ininteligibles.
Mas ni siquiera mi letra era clara.
Y otra vez te fuiste.

Quise dejar de ser número
y me volví música
pero mis tonos 
no lograron conmoverte
y no te hicieron gracia
esos acordes disonantes
con los que me reía.

Quise dejar de ser número
y me transformé en viento
pero mi brisa no era suficiente
para que notaras su presencia
y luego te aclamaba con tal fuerza
que volaste lejos.

Quise dejar de ser número
e intenté ser tantas cosas
que terminé olvidando cómo ser yo
que era lo único que me salvaba
de aquella estandarización.

martes, 19 de mayo de 2015

Queda algo de mí





No te rías de mí, estoy
tan afligida por no haber ido a la montaña
en la que me esperaste
tantas horas, luego de haber partido
hacia el centro del universo.
De mi universo.
Ya sé que no es el tuyo
ya sé que no estamos
en la misma dimensión.
Que la mía es de colores.
No me juzgues por no ser más que esa 
niebla transportable.

No te apartes de mi visión pues temo
olvidarte
tener que inventarte
otra vez.

otra imagen
otra semejanza
te vas de mí

Voy a caer desde arriba esta vez
hacia eso que no tiene fondo
pero no te preocupes
no voy a hacer ruido
o al menos ya no intentaré 
que lo escuches.
Temo tanto que a veces me resigno
a desaparecer.


Oclusión del grito




En el viento me agito, inconclusa
cada pétalo se me abre y cae
muerto, seco
como mis lágrimas.

El silencio es rey y déspota
mas no se atreve a mirarme
descubrió que yo también puedo callar
y obnubilarlo. 

Se me truncan los muros
arqueando mis cejas ralas
al compás del cantar
de mañanas desveladas.

Tengo soles de mil colores
para cada despertar
que ya no quiera abrir los ojos
por no ver los de la muerte.

Y me voy volviendo eterna
aire y firmamento
como quien viene, como quien va
y no espera nada.

Aunque el tiempo nos salude a veces
algo violento, más de lo mismo
mirémonos y aprendamos
cada forma de las nubes.

martes, 5 de mayo de 2015

Renuncia (o el errante devenir de los rostros para el día II)



Renuncio a mi máscara para los días de lluvia
pues cuando el sol sale
ya mi rostro se ha acostumbrado
y no soy más que una sombra de lo fingido.
Renuncio a mi máscara para el verano
a mostrar los dientes sin decir
a endurecer mis pómulos
al tiempo que se endurece mi alma.

Renuncio a mi máscara para cuando recuerdo
pues también he vivido aquello que me hace
arrepentirme a lo lejos
necesitar sobornar a las memorias
para que no duelan.
Renuncio a mi máscara para el olvido
pues no todo sobrepasa superficies
y no todo tiene por qué
producirme terror si ya no tiemblo.

Renuncio a mi máscara para cuando me alejo
pues bien sabés que miraré hacia atrás
aún cuando sólo pueda verte la espalda
y pensar que nunca vas a estar tan cerca
como cuando me viste llorar.
Renuncio a mi máscara para cuando voy a tu encuentro
pues no deseo tener que aparentar
que todo me es indiferente
y no mirarte como quiero
y no reír como quisiera, y no me escuches
también llorar, y tal vez volverte a alejar.

Renuncio a todos los rostros que alguna vez
me taparon el alma.
Duele arrancarse la piel y rasgarse las entrañas
más que nunca por lo que pueda acontecer.
Pero respiro, sin rostro, sin tener que mirar
de nuevo hacia un costado
para no verme en el espejo.
Renuncio a todas las ficciones que me he fabricado.


lunes, 4 de mayo de 2015

Mirame





Mirame
sacudime el universo
subvertime la fatalidad.

Abrí los brazos
gritá
estremeceme.


Mirame
con todo el peso del cosmos
liberame del silencio.

Despertame de mis miedos
soñá
deshaceme.


Mirame
transgredime la incertidumbre
prolongame los suspiros.

Cerrá los ojos
volá
perteneceme.


miércoles, 22 de abril de 2015

No pases de largo



No pases de largo
que aún no sé si duele. 
No seas tan breve o fugaz.
No rompas en llanto ni vueles.
No tengas piedad.

No esperes que grite
pues me ahogo tanto
entre mis palabras silenciosas.
No imites al astro constante orbitando
entre voces temblorosas.

No escuches mis reclamos
pues son las ficciones
que me invento para sobrepensar
mientras entonamos todas las canciones
que intenté callar.

No vengas con esos
sueños inconclusos
que intentan hacerme soñar.
si tan sólo un beso borre lo confuso
llevame más allá.

Sólo quiero ver
tu sonrisa a lo lejos
pues de cerca no podría soportar
que me veas caer entre los reflejos
de lo que pude imaginar.

No pases de largo, no me seas breve
y no pidas que calle. 
El silencio duele.


martes, 21 de abril de 2015

El errante devenir de los rostros para el día




¿Qué son estas ganas de librarme
de esta pantomima flagelante
que me eriza los ojos?
¿Qué son estas coordenadas tan confusas?
No sé qué tan bajo se puede caer
si no hay universo que soporte
tal profundidad. 
No me extraña ser siempre alguna máscara.

El problema es todo llano
y esas voces que me desquician
que me corroen
que me mortifican.
Y no es por mí que salgo a marchitarme
entre las lluvias de otoño
y los vacíos que no tienen
ni una pizca de existenciales.

¿Qué son estos deseos de alejarme
para no tener que hablar
sin expresiones fingidas?
¿Qué son estas manos temblorosas?
A fin de cuentas, todo es narrativa, 
todo es ficción, final abierto
trascendencia repetida.
No soporto ser llave de ninguna verdad.

El problema es dar las vueltas
que conducen a caminos circulares
y marearse antes de llegar.
No es por mí que doblan las campanas
es por mi humanidad.

Él ogio


quiero arrancarme los párpados
para poder mirarte
sin interrupciones

martes, 14 de abril de 2015

Y las odas también


A esa sonrisa le dedicaría mis odas.
Se las dedicaría todas.


Escena de la eutanasia (parte II)




Vengo a arruinarte los ojos afables
y a no prevenir los tormentos
que son todo lo que hoy puedo darte.

Vengo a contarte historias tristes
para que ya no soportes sonreír.
Vengo a destruír lo que me diste.

En la escalera, un destino que se aleja
subiendo, bajando, a un costado.
Jamás observé hacia los lados
pues da igual, la muerte jamás destella.

Vengo a robarte cualquier ensoñación,
y a ver cómo tu alma se derrumba
ante mis cansados pies.
Te ofrezco toda esta desolación
y que te lleve hacia la tumba.
Prometo que lloraré.

Vengo a mirarte, como siempre, de reojo
y a desconfiar de todo aquello que devuelvas
que no sea dolor.
Te otorgo, de esta carne, los despojos
solamente a cambio de que vuelvas
sin sentir rencor.

Sólo delirio puedo dar
morir, tal vez
un día cualquiera
que no me quiebre la mediocridad.
Desear tal vez
que fuese cierto
que todos vamos al mismo lugar.
Volar de a ratos
fingir el llanto
envolverte en un abrazo
que reordene el cosmos.
Alejarme y no dejar más que olvidos.
Volver húmedas las hojas del otoño.

Te regalo una sonrisa pasajera
y algunas de las nubes dibujadas
que surcan mi mente
que está enferma.

Soy de piedra
y no te busco en mi morada.
Al verdugo, al ente
les dedico estas palabras.

Cerrá la puerta, que el frío está dentro.
Ah, no lo noté, pero has salido
será por eso que jamás te encuentro.
¡Y yo que ahora iba a ofrecerte destino!

domingo, 12 de abril de 2015

Conman Preclude




"Algo vas a enseñarme hoy" me dije en voz baja. Lo sabía, lo tenía demasiado en claro. Pero no deseaba saber qué. Tal vez la idea de que nada fuese cierto me atormentaba. En parte porque también sabía que nada, jamás, era cierto. Pero veía sus ojos y parecían serlo. Debía ser otra de esas mentiras de la monotonía. Fue entonces que deseé estar alucinando. Y sí, siempre lo hacía, pero esta vez era con más fuerza. No lo sé, tal vez me acechaban esas ideas nostálgicas, las de aquellos tiempos en que creía por defecto. De todos modos ¿qué más daba?

Entonces me saludó. Yo iba de ojos cansados, pero su mirada no me esquivó. Vio el cansancio en mí y lo recorrió como una tormenta de verano. No ansiaba nada más que detener el tiempo. Pero estaba ahí, con los segundos como compañeros ineludibles. No soportaba el sonido del reloj. En realidad nunca lo había soportado, sobre todo en aquellas largas noches de insomnio, que ahora parecía añorar. Pero ese día sonaban con aún más fuerza, y parecían... ¿cómo explicarlo? No sé si puede algo ser rápido y lento al mismo tiempo. Pero yo los contaba, como contaba cada sonrisa que él me daba en las mañanas. 

"¿Qué querés desayunar?" me dijo sonriente. Pero él lo sabía. Yo siempre había querido desayunar lo mismo. Cada día de mi existencia. Al parecer esa mañana le había dado por la amnesia. A decir verdad, no era poco frencuente que le diera por la amnesia, pero jamás le sucedía a la mañana. Sí, había cosas que olvidaba, sobre todo cosas importantes. Pero yo lo amaba así, tal y como era, porque, precisamente, siempre tenía algo para enseñarme.

"Lo mismo de siempre, pero distinto" le dije, y me sonrió, con una de esas sonrisas pasajeras pero inmortales. Y se dispuso a preparar ese café que sabía como a todas mis penurias y, sin embargo, no podía dejar de tomarlo cada día. Pero esa mañana tenía un sabor diferente, un sabor similar a aquella tarde en la que nos quedamos horas remontando aquel horrible barrilete que habíamos construído, y riéndonos de todo cuanto sucediera, o de todo cuanto recordáramos. Y de verdad que fue distinto, no todos los días uno bebe un café con sabor a papel barrilete. Tal vez a papel madera, pero nunca barrilete.

"Me siento algo cansada" musité, y él entendió. Más allá de que quisiera pasar un rato más a su lado, en ese momento las fuerzas ya no lo permitían. Pero sabía que él estaba ahí. Y me sonrió, mostrándome más dientes que nunca. Y me abrazó como si sus brazos dieran más vueltas que nunca alrededor de mi pequeño cuerpo. Y yo lloré, pero no como antes, no como siempre; lloré de alivio, con un resplandor inédito. Lloré con la fuerza de toda la luz que él me había regalado durante esos años. Él me acompañó a la cama y se sentó a mi lado hasta que cerré los ojos. Luego, entredormida, escuché cómo abría la puerta, y encendía un cigarrillo en el patio. Y lo amé varios instantes.

Ese día lo recuerdo muy bien. Dicen que los momentos que resaltan nos quedan grabados para siempre en la piel. Yo ya no sé si tengo piel, pero a veces lo rozo mientras duerme, y siento su calor. A veces todavía lo abrazo con todas mis fuerzas, recordando ese día. Lo abrazo atravesándolo. Y pienso, entonces, que nunca me enseñó cómo olvidar, pero sólo porque él jamás lo supo. 

viernes, 3 de abril de 2015

Frida, yo sí


y saber cuándo he dejado de tropezar.

para contar los escalones

Necesito de mis pies enormemente



jueves, 26 de marzo de 2015

Salvación


La última vez que intentaron salvarme
que intentaron juntar mis partes
me lanzaron desde más arriba
y las piezas se volvieron invisibles.


La caída me desmaterializó.


No necesito salvación.
Todo lo que toco lo destruyo, 
y no poseo el control.


La última vez que intentaron salvarme
caía la lluvia, pero ya no me mojó.
No tenía un cuerpo que albergara mi alma
no lo tengo hoy.


La caída fue más fuerte que mis alas.


No necesito salvación
Todo lo que toco lo convierto en piedra
que es lo que soy yo.


La última vez que intentaron salvarme

me parecía a vos.


Elixir del camino circular




Quise ser quien desordenara tus paradigmas
y ya no recuerdo cómo, pero llegué al mismo lugar.
Entre opciones infinitas e ignominias
me fui perdiendo, sin saber dónde encontrar
ya nunca aquel lado bien del mal
fundido con la desidia.

Hoy me entorpecen los pasos esas piedras
que yo misma coloqué en mis zapatos.
Me he perdido mil preguntas, buscando alguna respuesta
condenándome beber de los tiempos inexactos.
Descuelgo ahora de la pared tu retrato
pues ya no te lloraré todas las noches como esta.

Mas no alcanzo a remediar todas las muertes
y me flagelan recuerdos que jamás han existido.
He intentado inventarte espacios fuera de mi mente
pero sólo reescribí este circular camino.
Vuelvo a mirar tus ojos, ya perdidos
mientras soy la lejanía en este cuerpo inerte.

El dolor no me hace fuerte, me mutila
y correr hacia tu encuentro me machaca las piernas.
No hallo calma en la canción ni en mi poesía
ni piedad en las palabras inconexas.
No soporto dormir, mas tampoco la vigilia
y el alcohol sólo funciona cuando la herida es externa.

martes, 24 de marzo de 2015

Comodidad del infierno (o el miedo a dejar de ser y a seguir siendo)




¿Qué quiero callar cuando hablo menos de más?
¿Qué voces quiero silenciar cuando grito?
Los recuerdos se cuelan por cada maldito resquicio
por el que los vacíos desean entrar.

Voy surcando la órbita de mi temor enaltecido
y transito vibrando en las frecuencias más bajas
por si alguna vez aterrizo en una de tus amenazas
y tu cabello pueda pasarme inadvertido.

¿Qué hacer con los despojos de mi cuerpo demacrado
de mis alas cercenadas por vilezas del camino?
Desatan nudos eternos y me desnudan el destino
los misterios que no pueden ser borrados.

Busco encontrarte en cada universo paralelo
y siempre me encuentro con mi rostro taciturno.
Los días pasan tan lentos a cuál pozo más profundo
y las noches en un álgido desvelo.

¿Con qué armas luchar cuando estoy tan desarmada?
¿Cómo no desentonar si la canción no fue escrita?
Cada vértigo reinventa mis miedos, los resucita
y otra vez caigo a la orilla de la nada.

No encuentro una verdad entre las sombras de tus manos
mas busco calamidad en sonrisas olvidadas.
Me olvido de recordar todas mis guerras ganadas
y flagelo con las gotas todo este cuerpo profano.

¿Qué historias he de contar cuando la épica fenezca?
¿Qué espejos habré roto cuando pase este suspiro?
Es que el rostro se me plaga de tus hábitos fingidos
y te esquivo la mirada esperando a que anochezca.

No busco más la piedad en alguna nube gris
ni la virtud de las piedras, ni lo roto del cristal.
No espero que estas heridas vayan hoy a sanar.
Lo único que deseo es volver a sonreír.

domingo, 22 de marzo de 2015

Devaluación del alma




Me pierde gramaje esta entidad
que solía pesar como mil cráneos.
Queda en partes, cada una más liviana, 
y sólo queda el eco de mis propios pasos
chocando contra las paredes
de sinuosos pasadizos
como eran esas curvas 
en las que ayer o hace semanas me mareaba.

No pretendo alejarte de mis pedestales.
Tengo miles de ellos, ya no importa
si me va, si me viene, si me estanco
en las transformaciones
de todos los imperios
que construí con suspiros y algunas
de mis vilezas y vanidades.
Soy porfiada cuando sale la luna
y asimétrica, torcida, falciforme
cuando nace el nuevo día. 

No me espera nada en la mañana
como siempre.
No tengo miedo del abrazo
ni del fuego, ni del todo. 
Temo simplemente desmaterializarme
y ver ya no ojos sino brisas
y algún que otro destino cruzado
que me escampe las moradas tormentas
en las manos truncas.

No te aborrezco. A mí, algo.
Todo es siniestro cuando estoy despierta.
No deseo paz, tampoco guerra.
Decime algo a veces, mientras duermo
y juntame los pedazos.

Quiero estar ahí donde hace frío y revelarte
los secretos de la nada a gritos.
Me desvanezco un poco
pero es, justamente, lo que necesito
para estar un tiempo más alrededor
de tu cuello de rocas.
Besar tu cadáver, estremecerme en el delirio.
Rearmarme de a olvidos.

viernes, 20 de marzo de 2015

Escena de la eutanasia (parte I)



Me aterra lo que no hace daño
crecer, desvanecerme las derrotas
cómodas, detenidas en el tiempo
perecer antes de llegar a los cadalsos
que yo misma construí.

Me duele ahí donde no hay dolor
encontrarme con los rostros afables
desconfío de las sonrisas, me dan miedo
me estremezco ante un abrazo
me inmolo de no encontrar lo miserable.

Me aterra ver el sol cada mañana
suspirar, respirar, inspiración
banal. Me corrompen las manos los gestos
de bondades inesperadas.
Fagocito lágrimas y vomito redención.

Me duele anclarme al vacío
y mirar entre los espectros
sonreír en la penumbra y soslayar
que me marchito cual mortal. 
Dolor, tiempo, son conceptos.

Me siento carne del eterno quizás
si no hay mañana ¿quién me va a curar?
Tal vez esboce una sonrisa pasajera
al llegar a un instante que esté de más.

Quiero olvidar.


Martirio del hielo seco




Desafinando aquel canto a la vida
me voy reencontrando con algunos pasadizos
escondidos en los dedos del desprecio.
Doy la vuelta y aparezco entre un tumulto
de rostros genéricos, de inocencia por defecto
y acertijos incompletos.

Tardes nefastas las que vienen y van
y a mí no me va nada en realidad
si no trae sabidurías y algo de orden
dentro del cáos que emana mi rostro imperfecto.
No llueve tanto fuera como dentro
y cada gota me corrompe.

Quién pudiera ser el espíritu que guía
a todos los infiernos por caminos de bondades
piedades, algunas vanidades
que no dañasen todas estas esferas
en las que me encierro para pasar la noche
cuando veo que no llegas.

Y el dolor va estremeciéndome los huesos
y caen dispares mis manos a los lados
de mis caderas torcidas por los pasos en falso
y por tropezar con mi sombra, que es tan rápida.

A veces me desmorono en los huecos que me invento
y otras me creo los más hermosos universos
pero ahí está la sal, sobre mi piel carcomida
que se quiebra como lápidas.

No veo bien la salida, tapan mis ojos
las lágrimas ácidas
y en los sueños rotos me sumerjo.